Los semiólogos de intendencia del correísmo acaban de parir un nuevo monstruito muy conceptuoso: la “pertinencia cultural”. Ahora los “contenidos comunicacionales”, para merecer la aprobación de secomes, cordicomes y supercomes, no sólo tienen que ser incluyentes, participativos y multiétnicos, sino también “culturalmente pertinentes”. Con este hallazgo conceptual quedó zanjado el debate que se produjo en torno a la campaña municipal contra la violencia machista cuya consigna era “Si ser puta es ser libre y dueña de mi cuerpo, soy puta y qué”. ¡Cuánta impertinencia! (cultural, se entiende).
Una de las vocales del Cordicom, Paulina Mogrovejo, salió a dar las explicaciones del caso en una entrevista con El Telégrafo que conviene conservar: cuando esto haya terminado, será un documento elocuente sobre el delirio tecnocrático que condujo a los correístas a pensar que podían administrar la sociedad desde el Estado. Sigue leyendo