Rafael Correa bajo una lluvia de nueces

Rafael Correa ni se entera ni aprende. Ridiculizado sin piedad por el comediante británico John Oliver y aun más ridiculizado sin prudencia por sus propias desafortunadas declaraciones vía Twitter, el presidente fue un hazmerreír en las redes sociales de tres continentes. Pero ni entendió nada ni sacó lección alguna. El jueves pretendió dar por cerrado el tema con cuatro tuits en su mejor estilo: pedante y desconsiderado. “Asunto John Oliver: demasiado ruido para tan pocas nueces”, arrancaba diciendo, y concluía con un “No merece un segundo más de tiempo”. Caso cerrado. Error por partida doble: no sólo que las nueces fueron muchas y harto sustanciosas, como se verá en este artículo, sino que el propio desarrollo del “Asunto John Oliver” terminó por demostrar que el presidente, en las redes –esta nuez es gruesa–, no cierra nada. En las redes sociales Rafael Correa no tiene la autoridad para decir la última palabra. Si todavía él no se ha dado cuenta se debe a su preocupante incapacidad para entender la sociedad global contemporánea, cuya expresión más espontánea se canaliza en las redes. Incapacidad comprensible pues lo global, lo contemporáneo, lo expresivo y lo espontáneo no son su estilo. Sigue leyendo

Un dibujo para Fernando Alvarado (homenaje a Charlie Hebdo)

El mejor chiste de Fernando Alvarado (chiste involuntario, por cierto, pues el secretario de comunicación carece por completo de ese atributo exclusivo de las personas inteligentes que es el sentido del humor) fue el haber adoptado esta semana, en la imagen de perfil de su cuenta de Twitter, una identificación solidaria con el semanario humorístico francés Charlie Hebdo, víctima de un brutal ataque terrorista: «Yo soy Charlie», dice Alvarado a quien quiera creerle:

avatar alvaradoHay que verlo enviar, bajo ese rótulo mentiroso, furibundos tuits de descalificación contra los “dibujantes sin ética autodenominados caricaturistas políticos” que según él pueblan las páginas de los diarios. Tiene gracia. Merecería una caricatura, salvo que ya lo es. Sigue leyendo

Mera, Glas, los Alvarado y otros gallinazos

Cada que lo entrevistan, el sinuoso secretario jurídico de la Presidencia, Alexis Mera, se preocupa por dejar sentado que es un tipo de izquierda. Lo dice a ritmo de siete veces por minuto, insistencia sospechosa que hace más cómicos sus intentos para cualquiera que conozca su pasado febrescorderista y su presente de funcionario presionador de jueces y persecutor de causas populares. Pero así pinta la realidad en tiempos correístas: Alexis Mera, de izquierda. Sigue leyendo

El periodismo, oficio ilegítimo

La política del Estado correísta frente al periodismo y los medios de comunicación fue definida tempranamente por Fernando Alvarado como la política de la podadora. Según su visión, el periodismo es como un campo de hierba que crece incontroladamente y sin concierto, y el Estado es como el jardinero que poda a diario para mantener el terreno igualado y al ras. Se supone que el fin último de esta estrategia es mejorar el periodismo, pero a poco de cumplirse ocho años de su aplicación es difícil reconocer el menor indicio de que este objetivo se encuentre siquiera en proceso de cumplirse. El periodismo ecuatoriano no ha mejorado porque la política de la podadora implica un proceso de desprestigio y deslegitimación del oficio. Y no se puede mejorar un oficio a fuerza de declararlo ilegítimo. Sigue leyendo

Hacia la desconcentración de los concentrados

“La concentración económica de los medios –tuiteó Patricio Barriga desde la Cupre– es una forma de regulación”. Dada su condición de presidente del Consejo de Regulación de los medios, debe interpretarse que la concentración de la que habla es buena por naturaleza, lo cual justifica no sólo la pertenencia de Barriga al gobierno más concentrador de diarios, canales de televisión, estaciones de radio y agencias informativas de la historia ecuatoriana, sino su pasado como presentador de noticias en el más importante de los medios concentrados de los hermanos Isaías. Debieron regularlo de lo lindo, los Isaías. De ahí su vocación. Sigue leyendo