Porque parece mentira la verdad nunca se sabe

El ministro del Interior José Serrano no llamó a radio Visión el miércoles de esta semana. Tampoco llamó a radio Democracia el jueves. Raro. Él, que con tanta vehemencia había asegurado que siempre estaría ahí para enfrentarse con los mentirosos y para defender la verdad. No la verdad sino La Verdad, con mayúscula. Él la conoce, claro: la posee, la administra. La Verdad es suya. Al menos La Verdad de un caso particular que lo desvela: el asesinato del general Jorge Gabela. ¡Ay de quien se atreva a matizarla siquiera, a ponerla en duda o a plantear preguntas que la desacrediten aunque sea remotamente! En seguida se presentará el ministro del Interior José Serrano con sagrada indignación, la voz temblorosa y el alma en un hilo para escarmentar al miserable. Lo hizo el pasado 6 de febrero, cuando el asambleísta Ramiro Aguilar, en radio Democracia, cometió la imperdonable indiscreción de plantear sus dudas y dos que tres preguntas. ¡Qué atrevido! José Serrano llamó por teléfono y lo puso en su sitio. Y dijo La Verdad. Pero este miércoles y este jueves, oh sorpresa, el ministro se quedó mudo. Patricia Ochoa, la viuda del general Gabela, visitó las radios en compañía de su abogado, Ramiro Román, y no expresó sus dudas, no planteó preguntas, hizo algo mucho peor: contó una verdad distinta. Algo inaudito, sin duda, pues La Verdad –al cabo de ocho años de correísmo cualquiera lo sabe– es una sola. Ya esperábamos los oyentes la llamada del ministro que sin duda se produciría de un momento a otro. Pero no. Al parecer Serrano decidió guardarse La Verdad para momentos menos peliagudos.

Raro, muy raro. Sigue leyendo

Mientras tanto, en la India…

Hay que reconocer que el dios Google sabe muchas cosas. A veces hasta parece adivinar lo que uno está pensando. Por ejemplo, cuando empezamos a teclear en el buscador los caracteres “Dhruv h”, las palabras helicopter crash se escriben solas. ¡Maravillas del ciberespacio! La pista conduce a una serie de artículos de periódicos de la India que dan cuenta de un largo historial de accidentes (al menos once desde 2002, incluidos cuatro en el Ecuador), cuestionamientos técnicos y suspensiones de vuelo que empañan el prestigio de esos helicópteros promocionados en el mercado mundial de las armas como “de bajo costo y alto rendimiento”.  En uno de esos artículos se relata cómo, en 2006, la flota entera de Dhruvs de la IAF (Fuerza Aérea India, una institución con “un pobre historial de seguridad”), suspendió sus operaciones luego de que una versión civil del aparato se desplomó por fallas en el rotor de la cola. Por cierta cuestión de cronogramas (algún proyecto de la IAF que estaba retrasado), volvieron al aire e incluso fueron llevados a “ambientes inadecuados” (unsuitable environments). El resultado: dos helicópteros más se estrellaron en las montañosas fronteras con Pakistán y China. Montañosas, sí. Desde entonces, nuevos accidentes se produjeron por el mismo problema con el rotor de la cola, así que la IAF volvió a suspender temporalmente los vuelos de su flota en julio de 2014. Sigue leyendo