La ducha escocesa de Goebbels y Correa

¿Cuál es el medio de propaganda más potente y eficaz del correísmo? Por supuesto no son las cadenas nacionales ni los noticieros de los medios estatales; no son las cuñas de la Secom ni los discursos presidenciales. ¿Cuántas veces hemos visto a la gente, en buses o tiendas de barrio, continuar con sus conversaciones cotidianas mientras Rafael Correa se desgañita en su monólogo sabatino desde el receptor de radio más cercano, aunque al día siguiente los cómputos oficiales hablen de los cientos de miles de personas que recibieron el mensaje? O sea que no, tampoco son las sabatinas con sus interminables explicaciones aburridoras e ininteligibles. Sin embargo, los picos de atención que se producen en ellas proporcionan una pista. Por ejemplo: el Presidente puede dedicar cinco minutos a explicar la teoría de las políticas contracíclicas en la economía sin captar propiamente el interés de las masas ni transmitirles un conocimiento siquiera sumario del asunto. Sólo cuando remate diciendo que el gasto público no se reducirá aunque los sufridores se sigan oponiendo y la prensa corrupta lo critique, sólo entonces habrá establecido un punto: la idea global será comprada aunque no entendida por las masas. Las palabras clave de esta transacción emocional son “sufridores” y “prensa corrupta”, y en torno a ellas se explayará Correa multiplicando gestos de desdén y fingidas sonrisas de autosuficiencia. Sigue leyendo