La paradoja de Trasímaco: de cómo un doctor honoris causa puede causar vergüenza ajena

Considerando la recesión económica y el posible desastre que se avecina, este artículo carece de importancia. Es un simple ejercicio de asociación libre de ideas a partir de un puñado de declaraciones del presidente de la República sobre su viaje a Francia. Salta de un tema a otro con desenfado y sin concierto. Hay, sin embargo, un hilo conductor: la fatuidad del presidente y sus títulos honoris causa. Lo dicho: carece de importancia.

En la última sabatina antes de su viaje a Francia Rafael Correa hizo como que ya perdió la cuenta del número de doctorados honoris causa que ha coleccionado. “¿Cuántos tengo?”, preguntó pidiendo auxilio a sus asistentes con su característica sonrisa agria. “¿Trece, catorce?”. De todos los personajes que ha representado éste es el menos verosímil. Porque vamos a ver: ¿cómo hace un presidente para conseguir en ocho años el doble de títulos honoris causa de los que consiguió Albert Einstein en su vida entera? Pues fácil: poniéndole empeño, dedicándose. Y cualquiera que conceda tanta importancia a una tarea tan vacua no puede menos que mantenerse al corriente de los resultados.

De conseguir títulos honoris causa para el presidente parece que se encarga el cuerpo diplomático. Algún día, cuando esto haya terminado, conoceremos los entretelones cómicos o mezquinos de esta carrera de palancas y cabildeos. Oh, sí, los conoceremos. Y ese día a algunos se les caerá la cara de la vergüenza, incluidos varios decanos y rectores universitarios. Resulta patético, por decir lo menos, imaginar a decenas de cónsules y embajadores ecuatorianos haciendo lobby en las universidades del mundo para alimentar la fatuidad del jefe. Hemos visto al presidente de la República retorcerse del engreimiento con cada nuevo título, lo hemos visto envanecerse y fanfarronear, pobrecito, jactarse y escupir por el colmillo cada vez que suma un nuevo doctorado a su colección. ¿Y quiere que creamos que no sabe cuántos tiene? ¡Por favor! Como el niño que conoce con precisión el número de cromos que le faltan para llenar el álbum, como el actor porno que sabe al milímetro la dimensión exacta de su instrumento de trabajo, así el presidente –para el caso es lo mismo– debe ser capaz de enumerar uno por uno cada título ganado para mayor gloria de la revolución y, como él dice, “para que sufran los sufridores”.

El sábado pasado volvió Correa envanecido por el birrete nuevo. Francesísimo él. Los productores de la sabatina hasta le pusieron de fondo musical la clásica Sous le ciel de Paris en versión organillero de Montmartre: un lugar común en toda regla. Sólo le faltaba la cachucha y la baguete bajo el brazo. Por supuesto se explayó en los detalles de su nueva investidura: “Yo decía: habrá unas cuarenta personas. ¿Quién le va a hacer caso al presidente del Ecuador en Lyon, Francia? Y la verdad es que estaba repleto el auditorio”. Es que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Una cosa es el Ecuador, que no convoca a nadie, otra muy distinta es Rafael Correa, cuya voz llena estadios. “Para que vean cómo nos estiman en el extranjero”. O sea: cómo lo estiman a él. Cuando el presidente no habla de sí mismo en tercera persona del singular, como Napoleón, lo hace en primera del plural, como el papa. Sólo cuando habla del Estado dice: yo.

Trece doctorados honoris causa (¿o son catorce?) es todo un récord, pero no mundial. Todavía está lejos de los treinta y pico del rey Juan Carlos y, lo que es peor, de los 66 de Mario Vargas Llosa. Tratándose de un pinche limitadito como el escritor peruano esta última cifra ha de doler. Sobre todo si se considera que, en ella, se incluyen títulos de Oxford, Cambridge, Harvard, La Sorbona, Yale, Georgetown (que también distinguió a Oswaldo Hurtado), King’s College, New York University, en fin, algunas de las mejores universidades del mundo, irreductibles al lobby de cónsules y embajadores. Más claro: para Correa, inalcanzables.

Una cosa sí logró el presidente en París que lo pone al nivel de Varas Llosa: fue entrevistado por Le Monde. Sin embargo, vino a contarlo en la sabatina como si le apestara a mierda, porque ni siquiera el mejor vespertino del mundo está a la altura de un académico de doctorados múltiples. Si concedió la entrevista, explica mientras finge reír otra vez, agrio y pedante, fue sólo “para ver qué publican”. Alguna barbaridad, sin duda. Después de todo, algo malo debe haber en un periódico que tanto nos critica, o sea lo critica a él. Ese algo malo es, claro, su dueño. Hay que oír al presidente hablar de Pierre Bergé, industrial, mecenas, editor y activista francés que encabeza la sociedad de inversionistas que compró Le Monde hace cinco años. Lo despacha en menos de veinte segundos, pero veinte segundos que no tienen desperdicio. Veinte segundos durante los cuales cada inflexión de voz, cada gesto y por supuesto cada palabra dicha por el presidente constituyen la más acabada expresión de la arrogancia, la ignorancia y los prejuicios de un doctor honoris causa.

Dice Correa: “Bueno, Le Monde cambió de dueño. Ahora es un modisto que era socio entre comillas de Yves Saint Laurent, un tipo que se encarga de informática, medios digitales, que empezó con pornografía y una banca de inversión pues”. Pronuncia las palabras “modisto” y, sobre todo, “Yves Saint Laurent”, con una enorme carga de desdén, como si se tratara de una actividad insustancial y vana, como si estuviera hablando de un farandulero cualquiera. Un subproducto cultural, para entendernos. Alguien, por supuesto, muy por debajo de su estatura intelectual y de su porte de estadista. Debe creer Correa que Saint Laurent, Marián Sabaté y la Feria de la Alegría caben todos en el mismo saco.

En cuanto a las palabras “socio entre comillas”, que acompaña con su rictus sardónico de costumbre, también traen cola. En efecto, Pierre Bergé fue socio fundador, en 1961, del emporio Yves Saint Lauren Couture House, una de las firmas que transformaron la cultura de masas de la contemporaneidad y dieron contenido a ese nuevo fenómeno de expresión individual y colectiva que Lipovetsky analizó en El imperio de lo efímero, fenómeno del que definitivamente Correa no tiene la más pálida idea. Pero más que socio Bergé fue amante y compañero sentimental de Saint Laurent por décadas. O sea, “socio entre comillas”, jejejé. Más aún: Bergé ha sido, a lo largo de su vida, uno de los activistas por los derechos de los homosexuales más importantes de Francia. Y no sólo eso: Bergé es una institución cultural en su país. Director del Théâtre de l’Athénée, donde produjo obras de Peter Schaffer, Marguerite Duras, Peter Brook, John Cage, Philip Glass… Presidente de la Ópera de la Bastilla y del comité Jean Cocteau. Amigo y contertulio de Cocteau, quien le legó los derechos sobre su obra, así como de Aragon, Camus, Sartre, Breton, autores que seguramente el presidente no ha leído pero acaso oyó nombrar alguna vez y sí, son importantes. Ese es Pierre Bergé, accionista principal de Le Monde, ese modisto que empezó con pornografía del que habla el presidente. Alguien debería rogarle que consulte la Wikipedia antes de decir tantas boludeces. Alguien debería enseñarle, ya que él al parecer no se dio cuenta después de haber estado allá en tantas ocasiones, que la cultura francesa no se agota en el organillero de Montmartre.

Todo esto para decirnos, “queridos jóvenes”, que siempre hay que fijarse en quién es el dueño de un periódico para saber qué credibilidad se le concede.“El rato que los periodistas descubran que el dueño del periódico, evadió impuestos, vamos a ver si le permiten decirlo. Le van a permitir mientras no afecte al sistema, no nos engañemos”.

¿Habla de Le Monde y de su dueño modisto, banquero y pornógrafo? Pues sí. Ignora el presidente lo que ocurrió apenas el pasado mes de febrero: al cabo de una rigurosa investigación periodística, Le Monde empezó a publicar los nombres de personajes ricos y famosos que habían evadido impuestos a través de operaciones fraudulentas en la filial suiza del banco británico HSBC. Bergé y los otros accionistas del diario, banqueros, sí, multimillonarios, también, acaso se sintieron amenazados y pusieron el grito en el cielo. Y quedaron pésimo. Bergé llegó al extremo de declarar, refiriéndose a los periodistas de Le Monde: “No es para eso que les he permitido obtener su independencia”. ¿Y qué paso? Pasó que la redacción defendió su postura y siguió publicando las listas. Porque cuando un equipo de periodistas tiene claras sus responsabilidades, aunque su jefe sea un banquero, los temas de interés público terminan resolviéndose de cara al público. Bergé se equivocó: fue Francia, no él, quien concedió independencia a Le Monde. Y esa independencia, se demostró, es innegociable. Aun suponiendo que la independencia de Le Monde fuera una dádiva de Bergé, ocurre que esa dádiva, una vez convertida en derecho y reconocida por el público, puede volverse contra él.

Esta es, precisamente, la gran lección que aprendió Trasímaco de Sócrates.

De Trasímaco habló Correa en París. Mejor dicho: lo citó. Hombre de citas es el presidente, le encanta llenarse de ellas. Orador que gusta de aparentar erudiciones de cartón piedra. Académico que se nutre de sabidurías.com o sitios parecidos. Con la frase más célebre de Trasímaco (acaso la única) cerró el presidente su discurso magistral en la cumbre del clima. Dijo: “Como decía Trasímaco hace más de 2 mil años en su diálogo con Sócrates –aquí sacó pechito y compuso el gesto grave de un doctor honoris causa–, la justicia es sólo la conveniencia del más fuerte”. Para el bronce. Dejemos de lado el hecho de que, dicha por él y visto el desempeño de las cortes del país, la frase del griego parece más un plan de acción para el Consejo de la Judicatura que un análisis de la correlación de fuerzas en el mundo. Centrémonos en Trasímaco. Si en lugar de andar buscando citas citables en la Red el presidente hubiera leído realmente La República de Platón, sabría que Sócrates destroza esta teoría y se abstendría de citarla. De eso precisamente tratan la mayoría de diálogos de Platón: de Sócrates desasnando a sus contemporáneos. En este caso, lo que demuestra Sócrates a Trasímaco es que, cuando la voluntad del más fuerte se convierte en derecho y es aceptada por el pueblo, tarde o temprano el más fuerte termina perjudicado.

Si Correa fuera un estadista, él, que hizo de la justicia la expresión de su voluntad desde el momento en que decidió meterle mano, se pondría a reflexionar seriamente sobre estas palabras de Sócrates en lugar de envanecerse como gallito citando a Trasímaco. Claro que eso no es posible. Para empezar, si fuera un estadista, el presidente no andaría palanqueándose títulos honoris causa por el mundo, esparciendo su fatuidad a ambos lados del Atlántico.

Hasta aquí la aventura francesa de Rafael Correa y su rendición de cuentas correspondiente en la última sabatina. No ha transcurrido mucho tiempo desde entonces pero sí ha corrido agua bajo el puente. Ahora el presidente se encuentra en Argentina, adonde viajó para recibir un nuevo doctorado honoris causa del que nos contará con lujo de detalles el sábado que viene. Hay que verlo. Va a estar divertidísimo.

12 comentarios en “La paradoja de Trasímaco: de cómo un doctor honoris causa puede causar vergüenza ajena

  1. De acuerdo con el autor. El artículo carece de importancia. Es un esfuerzo de exposición erudita tan forzado que, caramba, si quien merece un Honoris Causa es él. Hay por acá un par de universidades que le podrían resolver «su problema», como se lo resolvieron a Lasso. Nada corroe más a la gente inteligente, y el señor Aguilar lo es, que la sensación de no tener el reconocimiento que creen merecer.

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  2. Impresionante la secuencia en que el presidente habla de Le Monde en la sabatina. Tiene un dejo abdalezco infonfundible. Es de las que quedará como esos discursos en que vemos a Hitler desencajado, o a Pinochet con el semblante de piedra y el discurso chabacano, y de las que podemos decir ya conociendo los desenlaces: pero claro, cómo la gente no se dio cuenta, si todo estaba evidente ya ahí.

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  3. Increible como el odio sin sentido entorpece hasta a los que se creian intelectuales, se creian nomas, el mismo odio les convierte de nuevo en lo que son, tristes individuos con ganas de salir de lo comun, queriendo sentrise inteligentes, cultos e intelectuales, abrazandose entre ellos, acariciandose, mimandose, y aplaudiendose cuando entre ellos comentan sus altos pensamientos. Si, eso es lo que son, como el grupo de adolescentes, y señoras, que se juntan para comparar sus bolsas mk, sus iphones, sus zapatos de no se q marca, sus autos o sus clubes, eso mismo, un grupo de «nuevos intelectuales» clishe, mas alienados que paris hillton (ella al menos es creativa). Criticar los honoris causa??? en serio? o sea, ya nada puede pasarle al presi sin que este excento de sus maravillosas luces de pensamiento critico intelectual, son muuucho mas inteligentes, son unos genios de la objetividad, son simplemente la raza superior de la critica…. Perdieron toda objetividad señores, y quedan al final, como los clasicos niños que empiezan a crecer como perdedores, aquel que cuando el otro niñó gano el premio, metio un golazo o se quedo con la mas linda de las niñas del grado, la ENVIDIA es tal, que lo unico que les queda es decir: Ese niño es un tramposo, el profe es su tio, la niña le quiere porque la niña es idiota, tuvo suerte porque el arquero es un inepto, y asi CRECEN, SIEMPRE JUSTIFICQANDO SU FRACASO, Y JAMAS DE OLOS JAMASES van a aceptar un solo avance, JAMAS van a aplaudir algo bueno, porque en su LIMITACION Y CELO, todo, absolutamente todo ESTA MAL Y PUNTO.

    Triste su caso, mientras ustedes se apapachan y se abrazan, lloran y se quejan, hay un pais que sale adelante, que ha caminado mucho mas rapido y certeramente en los ultimos 8 años, que ha avanzado exponencialmente sin dudarlo (CIFRAS, NO COMENTARIOS ESTUPIDOS SOBRE DOCTORADOS). iNDEPENDIENTEMENTE DE LOS DOCTORADOS (QUE POR CIERTO, QUE BRUTOS LOS FR5ANCESES, QUE BESTIAS LOS ARGENTINOS, QUE TARADOS TODOS LOS CATEDRATICOS QUE DAN DOCTORADOS AL MASHI, BORREGOS SANDUCHEROS MALDITOS), independientemente de todo, las CIFRAS HABLAN SOLAS, sigan llorando, sigan «aanalizando», mientras haya que hacer nada hemos hecho, y aun hay mucho por hacer, salud!

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  4. Luego de leer todos los comentarios anteriores pràcticamente no hay nada mas que decir. En lo ùnico que tiene la razòn el egòlatra que nos gobierna es en que realmente no existe oposiciòn. Son voces aisladas que no terminan de coordinarse entre si para hacer un solo frente. DESGRACIADAMENTE NADIE EN ESTE PAIS NADIE QUIERE CEDER UN MILIMETRO para poder formar algo parecido al MUD de Venezuela. TODOS se creen los salvadores y son incapaces de anteponer el bien del paìs a sus particulares deseos e intereses. Y le tienen un terror a sentarse a dialogar entre todos y sin condicionamientos. Olvidense del iluminado de Carondelet cuando los compara con una fanesca polìtica. Acà el ùnico y principal objetivoDE TODOS deberìa ser sacar y evitar que regrese nunca mas este individuo y todos sus secuaces. Cuando en Chile sacaron a Pinochet, se unieron pràcticamente TODOS, DE DERECHA A IZQUIERDA, para sacarlo de la manera mas constitucional posible, obligàndolo a ir a las urnas donde le dieron la estocada final. Pero legalmente y UNIDOS TODOS. Acaso no es evidente que cada vez son menos los que estàn en el redil de AP y que cada vez son mas los desencantados de este » proyecto polìtico»?. En Ecuador ya tuvimos un ejemplo de como uniendose todos y habiendo renunciamientos,se le puede ganar a la maquinaria del Estado AP. Ustedes creen que Rodas le hubiera ganado a Barrera,con todo lo antipàtico e impopular que era, si Solines y Ricaurte no hubieran declinado sus candidaturas? El voto anti Barrera y anti Correa se habrìa fraccionado y a lo mejor hubiera ganado el representante del correìsmo. Esa es la tarea para este año y cuanto mas pronto inicien mejor: SIN PONER NOMBRES DE PRECANDIDATOS A LA PRESIDENCIA SIENTENSEN A DIALOGAR Y A ARTICULAR LA FORMA EN QUE SE LO VA A SACAR LEGALMENTE. Y al resto del pueblo, a perder el miedo, a enfrentar civilizadamente a la Policìa, sin darles pretextos para que nos repriman con violencia. Pueden meter presos a 1, a 5, a 10, a 100, pero no a mil o a diez mil personas que se paren sin retroceder pero sin provocar. Nada ni nadie es eterno en esta vida, DOCTOR HONORIS CAUSA………VERGUENZA

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  5. El unico doctorado que tiene legitimidad – porque partiendo de ahi, todos los honoris causa tienen mayor validez – es el que supuestamente abtuvo de la Universidad de Illinois. Lo que no entiendo es como dicha universidad acredito a Correa con un doctorado cuando él es incapaz, aun cuando esta leyendo, de pronunciar una palabra en ingles. Seria muy confortante poder ver el diploma , con sus respectivas calificaciones.

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  6. A Rafael Correa y al pintoresco Donald Trump les une un mismo cordón umbilical: la febril pasión por coleccionar doctorados honoris causa por quítame estas pajas. Sus egos desenfrenados y deslenguadas retóricas les han hecho perder el mínimo sentido de la proporción. No les satisface solamente acumular dinero y poder. Quieren todos los símbolos que alimenten su insaciable arrogancia. Y no les ha ido mal: el uno sube como la espuma en las encuestas gracias a las barbaridades que vomita,y llena estadios y espacios públicos con masas enloquecidas por el miedo, el odio y el racismo, y su enrojecida cara está en el diario menú de los medios. El bolivariano va camino a la reelección gracias a una torpe, cobarde y acomodaticia oposición,- y hasta hablar de oposición es tan vergonzoso si pensamos en cómo los líderes venezolanos han arriesgado cara y piel frente al pajarito y al chofer devenido en “conductor» de la desafortunada Venezuela-y a una prensa apocada e intimidada que ha tenido y tiene un miedo cerval a enfrentarlo abiertamente- ni pensar en un ejercicio periodístico como el que le plantó Radio Mitre a la dueña de Hotesur, que se había atrincherado en la Casa Rosada con el delirio de jubilarse en el ejercicio del poder. Radio “Buitre»- que así la la llamaban los kirchnerista- hizo lo mismo que los feos pero necesarios buitres hacen para mejorar el medioambiente: levantar la alfombra que ocultaba los pestilentes abusos de fondos públicos de Cristina y su combo. Correa hace rato que sabe cómo jugar al gato y al ratón con una prensa afónica y una anémica aposición.
    Dos cosas más: Mi formación cultural está atravesada por las películas mexicanas que me atraganté en los lejanos tiempos de mi niñez y juventud, – esto ya es un claro indicio de mi supina ignorancia-pero nunca hubiera tomado a Aladino, también conocido como el Mago de la Rocola, como mi consejero en materia de arte. Probablemente Trasímaco y Aladino no son culpables de esta joya verbal del correísmo: Ante la pregunta de cómo evalúa al gobierno de la viuda de Él(Néstor), la respuesta me descalabró:“ Después de recibir en ruinas al país, Cristina lo recuperó como lo hizo el Ave Fénix. Y yo pensé en la sucia trayectoria del dinero K, y en la ciclópea tarea de la Justicia argentina de castigar la corrupción de la “Década Robada».Y pensé que muchos beneficiarios del doctorado honoris causa están más cerca del generalísimo Francisco Franco que de Albert Einstein. Es que Einstein cultivó un amor a las ciencias,lo que lo salvó de sufrir de la hybris, que es la enfermedad que la padecen los enloquecidos por la droga del poder, que los vuelve narcisistas y carentes de humildad.Son aquellos que ignoraron estos necesarios proverbios:“Conócete a ti mismo y Nada en exceso.»

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  7. «Como el niño que conoce con precisión el número de cromos que le faltan para llenar el álbum, como el actor porno que sabe al milímetro la dimensión exacta de su instrumento de trabajo…», así el oprobioso dictador Rafael Correa Delgado -verdadero cultor del narcisismo- rinde pleitesía a su imagen y a su vanidad recogiendo por el mundo papeluchos doctorales que, según él, reconocen sus méritos. Nada más alejado de la verdad. Si hasta su preparación académica fue pésima, que por tal motivo lloró en Lovaina, peor aún su descuidada formación personal. Sin embargo, en lo que sí ha alcanzado notoriedad mundial es en su vocinglería fatua, en su abuso y prepotencia, en su matonismo cobarde, en su megalomanía ridícula… tratando de imponerse con cada gesto bravucón, con cada palabra altisonante, con su sonrisa sardónica, que constituyen la expresión de su arrogancia, su ignorancia y sus prejuicios.

    El presente enlace contiene otro contundente análisis del gran escritor Roberto Aguilar, a quien le expresamos nuestras congratulaciones en su oficio de escribir, y nuestro respaldo en momentos críticos en que la dictadura fascista pretende silenciar la voz del pensamiento libre.

    Fernando Balarezo Duque

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  8. Divertidísimo y carísimo. En la inefable SENESCYT existe un grupo de asesores encargados expresamente de «googlear» y buscar posibilidades de honoris causa para el Presidente de la República. Si pensamos en un equipo de más o menos 10 personas (por lo bajo), ganando un salario de Asesor 3 (ni siquiera pongamos los salarios más altos), que es de alrededor de 3.000 dólares mensuales, multiplicados por el tiempo del lobby, que puede durar hasta unos 9 meses, dependiendo de como se muevan las frutas, tenemos un gasto de 270.000 dólares, sin contar que este tipo de conexiones implica mover a varios funcionarios por diversas partes del mundo. Es decir, solamente en este modestísimo cálculo tenemos que los honoris causa del presidente (13 o 14, dejémosle en 13), han costado, por lo bajito (sin contar el gasto de pasajes y viáticos que sabemos que no son nada modestos), 3’500.000 dólares, pagados con los impuestos de los ecuatorianos y ecuatorianas.
    Honoris causa que más bien da doloris panza!!!!
    Ay Ecuador, cosa tan rara…

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