Un análisis sobre el paro nacional que no va a gustar a nadie

Correa logró lo que quiso: desatar una guerra. Empezó a prepararse para ella en cuanto supo que habría paro nacional. Se la pasó meses reclutando y soliviantando, provocando y cascabeleando como viborita. Negándose a dar las respuestas políticas que exigen las protestas. La única respuesta que, en su limitación mental, concibe el presidente para toda disidencia activa es la guerra. Y cuando a la gente no se le ofrece otra salida que la guerra –estrategia de gobernantes desatinados o dementes– la consecuencia predecible casi siempre es ésa: la guerra. Y sí, finalmente la consiguió: el jueves 13 de agosto, día del paro nacional, el espíritu de la protesta pacífica, que había prevalecido en todas las marchas anteriores aunque Correa mienta lo contrario, fue ahogado por un grupito de irresponsables que planificó y ejecutó actos de violencia en los que se adivina un dejo de locura totalitaria. Punto para Correa.

Un grupito, sí. Ya salió el presidente a decir que fue el conjunto de la marcha. Miente, como de costumbre. Los violentos siempre son minoría. Pero si se los tolera terminan por pararse al frente para dirigirlo todo. ¿No fue eso lo que ocurrió por momentos el 13 de agosto en los alrededores de la Plaza Grande? Esa minoría de violentos fue la responsable de una estrategia inédita: dispersar a la gran multitud de manifestantes pacíficos y conducirlos por grupos hacia todas las bocacalles que llevan a Carondelet. Ahí, enmascarados armados con palos, enmascarados con cuetes y demás pirotecnia para disparar a los policías, enmascarados con grandes troncos que ataron entre sí para formar arietes con los cuales arremetieron contra los antimotines, decenas de enmascarados provistos de un plan preestablecido, confundidos entre la multitud, tomaron sus posiciones y durante horas intentaron romper los cercos policiales para entrar a saco en la Plaza Grande. ¡En la Plaza Grande, a esa hora ocupada por una multitud que un presidente cobarde llevó para que le sirviera como escudo humano! ¿Qué pretendían? ¿Matar correístas? Enmascarados fantaseando con el asalto final, a sangre y fuego, del palacio de gobierno. Imbéciles.

Son la minoría recalcitrante de fundamentalistas de izquierda; los que reivindican –parece mentira– la figura de Abimael Guzmán, ese asesino de la peor especie; los que por pura ignorancia y falta de imaginación aún creen en la lucha armada y no se han parado a pensar por un segundo en las consecuencias políticas de sus actos. Rabiosos, intolerantes, desaforados, lo peor que se puede decir de ellos es que no son mejores que Correa. Si estuvieran en el poder perseguirían, acosarían, silenciarían a quienes piensen diferente. Como Correa.

¿Qué van hacer los líderes de la oposición con ellos? Si no lo saben todavía es hora de que lo decidan ya y nos lo digan. Pero algo tienen que hacer. Es urgente. De lo contrario, la próxima gran marcha hacia el centro de Quito, ritual que se repetirá sin duda antes de diciembre, será con muertos. Los líderes de la oposición, particularmente los organizadores de la marcha, deben explicarnos qué pasó este jueves 13 de agosto y comprometerse a que no vuelva a ocurrir. Y no basta con hacer declaraciones retóricas contra la violencia: deben demostrar su credibilidad con actos. Para empezar, tienen que identificar a los violentos, aislarlos, impedirles actuar. Se lo deben a los miles de ciudadanos que protestan pacíficamente y que tienen derecho a no ser usados como carne de cañón por un grupito de imbéciles.

El viernes 14, cuando el movimiento indígena y los sindicatos repitieron, en escala reducida, su caminata hacia el centro de Quito, el dirigente del FUT Mesías Tatamuez dio el ejemplo: exigió que no hubiera enmascarados en la marcha. Y no los hubo. Públicamente, Tatamuez tomó distancia de lo ocurrido la víspera y se pronunció a favor de la protesta pacífica. Bien por él. Ahora es el turno de Salvador Quishpe, Carlos Pérez, Jorge Herrera, Pepe Acacho… ¿Van a permitir que los violentos se tomen la protesta? ¿O los van a detener? ¿Van a identificarlos públicamente y aislarlos? ¿O van a mirar para otro lado? ¿Y los manifestantes pacíficos? ¿Van a seguir tolerando que haya enmascarados marchando a su lado? ¿Cómo lo pueden impedir? ¿Ya lo pensaron? Este es un problema que concierne a todos y su solución requiere de la determinación de todos. Este es un debate urgente.

Los líderes de la oposición tienen que firmar, pero ya, un compromiso por la no violencia. Si no por convicción –que ojalá–, al menos por estrategia: la no violencia es la única manera de precautelar la legitimidad de la protesta; de seguir sumando voluntades e incrementar la masa crítica de ciudadanos que se oponen a las mañosas reformas constitucionales que el gobierno prepara para diciembre; de conservar el principio de autoridad moral sobre un presidente desprestigiado y mentiroso que ha perdido la suya. La no violencia es, además, la estrategia que mejor se adapta a la cultura política ecuatoriana. Sólo la no violencia fortalece a la oposición y deslegitima al gobierno.

Por eso, lo del jueves 13 fue un enorme retroceso. Rafael Correa puede darse por servido. La Secom cosechó suficientes imágenes de violencia callejera como para bombardearnos con cadenas infamantes durante los próximos dos años y como para que el presidente se reafirme en la tozudez que nos ha traído hasta este punto. Si tras la jornada de protestas del pasado 2 julio les bastó con una imagen de un encapuchado descargando palazos contra los escudos policiales, una sola imagen para producir quién sabe cuántas cadenas nacionales, ¿qué no harán ahora, que tienen cientos? ¿Con qué cara pueden decir los organizadores de la marcha que las protestas del 13 de agosto fueron pacíficas? No, no lo fueron, a despecho de la gran mayoría de manifestantes no violentos que participaron en ellas. No lo fueron y alguien que no sea la Secom tiene que decirlo. Basta ya de autoindulgencia.

Hay que ver el video de 45 minutos de diario El Comercio que recoge la marcha de los manifestantes desde la plaza de Santo Domingo hasta La Merced. No es un retrato amable de las protestas el que nos ofrece. La violencia callejera que vemos ahí no es fortuita sino planificada. Decenas de dirigentes y simpatizantes de la oposición compartieron ese video en las redes sociales y a nadie, es inaudito, ¡a nadie!, pareció incomodarle. Divididos en bandos irreconciliables, los ecuatorianos somos refractarios a cualquier sentimiento de autocrítica: creemos que admitir los propios errores es favorecer al enemigo, así que preferimos mirar para otro lado. La honestidad intelectual no es un atributo de estos tiempos. ¿Preferirá la oposición dejar que los violentos se tomen las protestas a reconocer que algo está fallando? Norberto Bobbio decía que la primera obligación de una persona con sentido crítico y compromiso político es criticar a aquellos con quienes se siente comprometido; que la función crítica ha de dirigirse primero al bando propio. ¿Hay alguien en este país dispuesto a aceptar este desafío intelectual?

Sí, fue la intolerancia y la ceguera del gobierno la que propició el estado de guerra que vivimos. Sí, el correísmo ha hecho de la Policía una pandilla de matones, una fuerza que actúa más para intimidar y para escarmentar que para proteger y aplicar la ley. Todo eso es cierto. Pero si la oposición no hace su parte para detener la violencia este país entrará sin remedio en una pendiente sin retorno. Es muy fácil, sólo se requiere de voluntad: los violentos son pocos y son imbéciles, ¿qué cuesta dejarlos fuera?

20 comentarios en “Un análisis sobre el paro nacional que no va a gustar a nadie

  1. Se tardó el Roberto Aguilar, pero le «salió la raza». Fue cuestión de tiempo para que uno de sus análisis caigan o empaten con el discurso mentiroso de la derecha, de lo más bajo que tiene políticamente Ecuador, incluida Alianza País. Los infiltrados del gobierno en la marcha, desde luego que NO son de izquierda. La violencia siempre viene desde el poder (y por poder se entiende a las corporaciones, porque el estado en cambio somos todos) y no desde la resistencia. Pero si el Roberto Aguilar ya define con esto su posición política y su candidatura preferida en las próximas elecciones, a sabiendas de que algo puede influenciar en sus lectores y respectivas familias, es de suponer que será por un Guillermo Lasso o Cynthia Viteri, toda vez que el coideario de ellos, Rafael Correa (neo socialcristiano) no es de su agrado ni confianza. Entonces, el blog Estado de Propaganda habrá cumplido con su propósito: que Ecuador no vuelva a experimentar con lo nuevo y prometedor (aunque se equivoque y con el correísmo de qué manera además) y que vuelva dócil al redil socialcristiano, conservador y represivo. O estoy equivocado, y solo es ingenuidad y el blog busca poner en discusión el futuro de nuestro país más allá del correísmo y del siguiente período presidencial (campaña de por medio). Y a propósito ser de izquierda, es ser humanista, es creer y practicar la justicia, la equidad, la solidaridad. Es tener como utopía el socialismo. Así que si el A. Mera o los Alvarado usan la palabra izquierda, no significa absolutamente nada, la palabra no ha perdido su significado. Los que no significan nada hoy son ellos y ellos son lo que necesitan resignificarse.

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  2. Antes de unas preguntas reflexionemos un poco sobre las consideraciones que el presidente y el gobierno tienen del levantamiento indígena y de cualquier tipo de protesta, marchas, manifestaciones callejeras u opiniones intelectuales y huelgas… El gobierno dice que enfrenta una guerra psicológica, económica a la que denominó guerra fría basándose en la teoría del golpe blando, suave o desarmado gestado por civiles que intentan sacarlo del Poder.
    Utilizando el método crítico, y un sistema deductivo de análisis podemos generar algunas interrogantes:
    1. Si el presidente piensa que vive una guerra psicológica. ¿Cuáles serán las estrategias y las tácticas que implementará para enfrentarla?
    2. ¿Cómo sabía el presidente que el paro indígena iba a ser violento? Afirmó que el paro indígena sería violento. La única respuesta que encuentro es que infiltró las marchas desde adentro con individuos para que generen violencia.
    3. Si son tan pocos manifestantes ¿Por qué había militarizares en el interior del Palacio de Carondelet cuidando su seguridad? ¿Por qué hubieron cientos de policías cercando los alrededores de la Plaza Grande? ¿Por qué cercaron los alrededores de la Asamblea Nacional antes llamado Congreso con bastantes policías?
    4. ¿Por qué el viernes 14 abandonó Quito y viajó a la provincia de Imbabura?
    5. ¿Por qué si viernes 14 el Volcán Cotopaxi presentó emanaciones de ceniza, el gobierno y los medios de comunicación desviaron la atención del paro hacia el nuevo ciclo eruptivo del mencionado volcán?
    6. ¿Por qué el sábado 15 firma el decreto que declara estado de excepción a nivel nacional utilizando como pretexto una catástrofe natural como es la erupción del volcán Cotopaxi?
    7. ¿Por qué enviaron a militares a reprimir al pueblo Saraguro que se encontraba en Paralización y obstaculizando las vías aprovechando el Estado de Excepción?
    8. ¿Por qué enviaron infantes de marina a Macas para disolver las manifestaciones indígenas de ese sector?
    Estas son las inquietudes que mientras más mentes intentemos resolver llegaremos a una conclusión lo más cercana a la verdad que se oculta detrás de una cortina de mentiras, falacias y maquillajes.

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  3. La desobediencia civil es una forma de disidencia política consistente “en una quiebra consciente de la legalidad vigente con la finalidad no tanto de buscar una dispensa personal a un deber general de todos los ciudadanos (objeción de conciencia), sino de suplantar la norma transgredida por otra que es postulada como más acorde con los intereses generales. Intereses que, no obstante, han de ser identificados a través de un procedimiento democrático de formación de la voluntad”.2

    Los actos de desobediencia civil buscan no la afirmación de un principio en la esfera privada, sino una llamada de atención a la opinión pública sobre el hecho de que una ley o política sancionadas por las autoridades están conculcando un principio de índole moral. En adición, «la desobediencia civil se debe dar a conocer a los representantes de orden público de una manera que se sientan identificados sobre la cuestión por la que van a luchar y sus fines deben ser públicos y limitados. Su objetivo manifiesto no puede ser el beneficio particular o económico; debe guardar cierta relación con una concepción de la justicia o del bien común.»1

    Otra forma de definir la desobediencia al Derecho (aunque en el fondo con un sentido similar), sería la siguiente: «Entiendo por desobediencia civil en sentido amplio aquellas formas de insumisión al Derecho motivadas por consideraciones políticas o morales que, no obstante ilícitas, guardan una mínima lealtad constitucional, es decir, aceptan el sistema de legitimidad democrático como el más correcto para la adopción de las decisiones colectivas».3

    Chile, 1978. Mujeres de presos políticos y el sindicalista Clotario Blest encadenados en protesta contra la represión de la dictadura militar de Augusto Pinochet
    En primer lugar, el término «civil» hace referencia a los fines perseguidos por los activistas: son fines políticos, de cambio social. La desobediencia civil es una acción deliberada e intencional. El progreso moral o político se perciben como la consecuencia, como el efecto buscado por los desobedientes. Y para ello es lógico que los activistas utilicen las tácticas y estrategias que mejor se ajusten a sus fines. Pero esta pretensión de cambio se enmarca en el reconocimiento de los deberes generales del ciudadano en una sociedad libre. Y en particular en la lealtad hacia las reglas del juego del orden constitucional: la desobediencia civil no es revolucionaria, ni pretende imponer su criterio a la mayoría, sino que respeta las reglas democráticas de cambio político.4

    En segundo lugar los desobedientes actúan por motivos morales. Consideran que las normas que rechazan son normas arbitrarias u odiosas, que repugnan a la conciencia del ciudadano. La desobediencia civil es una expresión de responsabilidad personal por la injusticia, refleja el compromiso de no colaborar ni someterse a prácticas y normas injustas.4

    En tercer lugar, la desobediencia civil es siempre pública y abierta. Los activistas buscan influir no sólo en sus gobernantes, sino también (y sobre todo) en la opinión pública. Por ello la desobediencia civil suele ser, asimismo, colectiva, y no individual. La publicidad es un medio de persuasión, y no de coacción. Es en este sentido que ha podido decirse (Rawls, Habermas) que la desobediencia civil es una forma de discurso público, con una función pedagógica.5

    En cuarto lugar, los desobedientes están dispuestos a asumir las consecuencias legales de sus actos, y a aceptar el castigo previsto para ellos. Quien acepta pacífica y disciplinadamente la sanción que conlleva su comportamiento ilegal está afirmando con ello su respeto por el conjunto del ordenamiento constitucional y por las reglas del juego democrático. La aceptación voluntaria del castigo sirve, además, para diferenciar la desobediencia moralmente motivada de la infracción interesada u oportunista.6

    En quinto lugar, la desobediencia civil es pacífica y no violenta. Esta condición debe entenderse como una voluntad de minimizar los daños y de restringir el uso de la fuerza en todo lo posible. El uso descontrolado y masivo de la fuerza física es incompatible con la desobediencia civil.5

    «Los actos de desobediencia civil son parte de un estado de derecho democrático que se desarrollan en sociedades maduras», que logran crear conflictos dejando saber que las leyes e instituciones que están establecidas legalmente pueden fallar en algún momento. Esto abre espacio a la creación de interpretaciones distintas a las existentes, que intentan exponer para que sean consideradas justas.7 Desde la perspectiva de la desobediencia civil, es discutible la opinión de que todo acto que vaya en contra de la ley es siempre un acto ilegal que merece ser castigado.1

    Tal vez una de las razones por las cuales el tema de la desobediencia despierta la sensibilidad y suspicacia de vastos sectores (especialmente de aquéllos vinculados a los diferentes ámbitos del poder), sea el hecho de que se encuentra ampliamente extendida esa conceptualización que define a la relación política como una relación de “mando y obediencia” en donde la pregunta por el fundamento de la legitimidad del poder queda desplazada por el énfasis en la consideraciones como un hecho desprovisto de valoraciones.
    https://es.wikipedia.org/wiki/Desobediencia_civil

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  4. OPINIÓN
    Pesquisas
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    Miércoles, 19 de Agosto de 2015

    Miguel Mena Ayala
    webmaster@lahora.com.ec
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    En tiempos de protestas, huelgas, paros y levantamientos ciudadanos del pueblo, de sectores sociales marginados: estudiantes, maestros, indígenas, debemos hacer un llamado a la calma, a la tranquilidad y a la “No Violencia” que caracteriza a los ecuatorianos y a los seres humanos medianamente civilizados.

    Gandhi liberó a la India del domino del imperio Británico sin establecer una guerra armada, sin utilizar la violencia y sin hechos vandálicos, conformó un movimiento totalmente pacífico que resistía sin atacar y sin reaccionar ante los golpes y las agresiones de los soldados británicos que sin encontrar respuesta dejaron de agredirlos hasta que empezaron a respetarlos y dejarlos en paz, libres.

    En Ecuador en los 70s y los 80s los integrantes de los grupos sociales que salían a las Huelgas, a los paros y a las manifestaciones callejeras descubrieron que sujetos no identificados se infiltraban en las mismas, causaban hechos violentos, vandálicos y luego desaparecían mientras la seguridad pública (FF. AA. y Policía Nacional) arremetían con fuerza, violencia, detención y captura a todos los manifestantes que lograban cercar y a los individuos que copiaron la acción violenta y la reprodujeron en contra de su voluntad consciente, siguieron un patrón de conducta o “cayeron en el juego” del pretexto para reprimir: La Violencia; más tarde en el tiempo dirigentes capturados verificaron que dichos infiltrados eran pesquisas y agentes encubiertos tan bien preparados que se camuflaban como cualquier individuo de las protestas.

    El 13 de agosto en el Gran Paro Nacional se evidenció que los métodos de infiltración, camuflaje y violencia aún están vigentes como pretexto para reprimir con la fuerza.

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  5. Me parece que la intención de autocrítica es válida, saludable y ayuda a amplificar miras. Por eso este artículo me ha traído inquietudes. Entre ellas: ¿cuál es el punto de partida de la violencia? La sociedad desarmada es, por antonomasia, no violenta. Las instituciones armadas del Estado sí lo son. Básicamente tienen en sus manos las herramientas para hacer algo más que disciplinar. Tienen la capacidad de quitar la vida de las personas. De ahí su inmenso poder amedrentador y destructivo. Es por ello que cualquier repertorio de lucha, inclusive viniendo de modos y acciones pacíficas, no son garantía para no detonar la respuesta violenta de quienes pueden hacerlo, no simplemente porque quieren o no sino porque además cuentan con los medios para hacerlo. Por tanto, el llamado al «autocontrol» de ciertas fuerzas de izquierda, me parece estar basado en una noción demasiado higienizadora como para ser coherente con la realidad.
    Un grito, la «pérdida de control», la furia, son considerados irracionales porque se encuentran fuera de la línea del diálogo racional, para el cual se requiere tiempo, espacio y sobre todo, el otro que quiera dialogar. En el caso ecuatoriano las personas vivimos en el contexto de un gobierno que nos impone la afasia como modelo de comunicación. En otras palabras, nos empuja a explotar.
    En el caso de las marchas en el Ecuador, está claro que la división derecha-izquierda tiene un contenido distinto, heterogéneo y ramificado. No funciona más como un binario mecánico. Las personas que se ciñen a las actividades de salir, colocar su energía y su voz a través de gritos, consignas, propuestas artísticas y otros guiones comprendidos como pacíficos, van a regresar al abrigo de sus casas. Van a volver a un lugar seguro. De alguna manera las acciones realizadas logran ser suficientes – al menos momentáneamente – para llenar las expectativas de sus luchas.
    Hay grupos de personas que salen a manifestarse y que no tienen ese lugar seguro al cual regresar. Los pueblos indígenas en el Ecuador NO TIENEN UN LUGAR SEGURO AL CUAL VOVLER. Sus tierras, el agua, su mundo – no por ahora el mundo de las personas citadinas – está en serio riesgo. No están para consignas y performances cívico-higiénicos. Gritan. Hacen tumulto. Se lanzan con desesperación porque han llegado al límite. Sus esperanzas y sueños no les han sido embargados solamente a la manera de metáfora. No hay más poética en lo que les ocurre. La violencia y presión sobre estos pueblos es LITERAL.
    Ellos no detonaron la violencia. El obsceno espectáculo de los «revolucionarios del siglo XXI» y la violación de sentidos de aquellos elementos comunicativos tan caros al orgullo de ser parte de un lugar, detonó el grito final. Los piquetes en las carreteras; el choque cuerpo a cuerpo; el grito, LA IRA. La justa IRA, bien distinta de la venganza que impone el régimen correísta como el pan de cada día.
    Yo prefiero comprender primero estos sentidos. Yo no soy amiga de la violencia armada pero sí me siento solidaria con aquellos que sienten desesperación y no los imbecilizo con tanta facilidad. Eso se debe quizá a mis raíces campesinas; a mi trabajo de años conviviendo con personas que atraviesan esta realidad; al ejemplo de mi abuelo, profesor de escuela rural en Tixán.
    Acaso sea posible un intercambio de acciones: trabajemos porque los pueblos indígenas y todos nosotros recuperemos un lugar seguro para vivir, de tal modo que tengamos grupos entre la espada y la pared. En reciprocidad sepamos valorar el coraje; el virtuoso poder que se encuentra detrás de la justa ira. Contaminémonos. Mezclémonos. Sin esa posibilidad, ni la crítica ni la autocrítica me llegan a convencer.

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  6. Lo que no gusta es la afimación contundente, sin beneficio de inventario, de que la violencia proviene de los manifestantes.  No hay duda que habrá algunos de los «imbécles» a los que alude Roberto.  Sin embargo, sería bueno investigar sobre un rumor -pareceria que bien fundamentado- de que los ecapuchados son los latin kings, ONG a sueldo del gobierno. Ahora, claro está, que cuando estos provocadores desatan la violencia y la respuesta de la policía es atacar a todos, los agredidos no violentos contraatacan. Sí, estamos de acuerdo en que se debe llamar a la no violencia.  Y según se advierte de las movilizaciones recientes, tal cosa ocurre.  No obstante, ahí está la fuerza agrediendo a los saraguros y en provincias amazónicas. Lod orientales son pueblos guerreros y si responden con palos y lanzas a la agresión, es comprensible. ¿O el pacifismo debe consistir, también, en mostrar la otra mejilla.SaludosJaime Muñoz Mantilla

    El Lunes 17 de agosto de 2015 23:38, Estado de propaganda escribió:

    #yiv7701145586 a:hover {color:red;}#yiv7701145586 a {text-decoration:none;color:#0088cc;}#yiv7701145586 a.yiv7701145586primaryactionlink:link, #yiv7701145586 a.yiv7701145586primaryactionlink:visited {background-color:#2585B2;color:#fff;}#yiv7701145586 a.yiv7701145586primaryactionlink:hover, #yiv7701145586 a.yiv7701145586primaryactionlink:active {background-color:#11729E;color:#fff;}#yiv7701145586 WordPress.com | Por Roberto Aguilar posted: «Correa logró lo que quiso: desatar una guerra. Empezó a prepararse para ella en cuanto supo que habría paro nacional. Se la pasó meses reclutando y soliviantando, provocando y cascabeleando como viborita. Negándose a dar las respuestas políticas que exige» | |

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  7. Para la “Masa critica” de las protestas: entendible el descontento que existe frente a la actuación del Régimen de Correa y su participación justa democrática de pronunciarse en su contra en las calles. De ahí a ser blanco y sujetos útiles para los intereses de 4 delincuentes que los manejan a su antojo para sembrar violencia y causar muertes en el país para defender sus propios intereses mezquinos en nombre de los cerca de 13 millones de Ecuatorianos me parece el colmo. ¿Por qué no se dan cuenta de una vez por todas que su lucha en las calles pierde legitimidad y queda en ridículo ante el mundo cuando son unos pocos politiqueros los que se benefician directamente de ella?, que su presencia justamente en Carondelet enciende la ira y violencia de los tan llamados “infiltrados” que el video del comercio muestra perfectamente quienes son y bajo la dirección de quienes hacen lo que hacen, y seguramente actúan junto a los mismos estudiantes de las Universidades y Colegios públicos de Quito, de quienes los quiteños conocemos perfectamente sus prácticas de protesta de toda la vida: destrucción a la propiedad privada, agresión a los policías, violencia, todos a quienes les llega en bandeja de plata la oportunidad perfecta para hacer de sus fechorías a las que están acostumbrados!! Por favor, ya dejemos de cegarnos por los pseudo-analistas desesperados cazando a río revuelto y tratando de justificar lo injustificable, de buscar culpables y cuentos de fantasía donde no los hay.. Disculpen pero la “masa critica” en las calles se presta solita para desencadenar todo este tipo de disparates en pleno siglo XXI, que deja mucho que decir de su capacidad “critica” y “sentido común” para ejercer democracia; más bien quedan tal cual los calificativos de los que tanto se llenan la boca, muestran en sus monigotes y carteles con sanduche.. dense cuenta! Y exacto! Como bien dice el artículo, qué más pruebas de eso quieren, aquí les dejo otra joya de video, sólo miren el minuto 0:23, 0:25, 0:42, y en especial desde el 0:53 al 1:28!!!! https://www.youtube.com/watch?v=ezTyy3fHa1s , ¿cómo no se va a encender el espíritu agresor de las turbas con esos comportamientos cavernarios de sus cabecillas?? Que de paso, siguen campantes recorriendo las calles, ¿Quiénes son los irrespetuosos a fin de cuentas?
    ¿Quieren ver cambios en la política? ¿no saben cómo hacerse escuchar? Recurran a medios válidos de cambio (debates, legales, etc.) hay tanta gente capaz y profesional que los puede orientar, los únicos responsables de toda esta desfachatez y violencia en el país tienen nombres y apellidos, ya dejen de alimentar violencia por todos los medios, empiecen a generar soluciones concretas y eleven de una vez por todas el nivel de las protestas, lo siento pero cada uno es responsable de sus acciones y decide a cuál bando pertenece…

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  8. El paro del 13 agrupa diversos reclamos al régimen porque proviene de grupos disimiles con intenciones bastante diversas, opuestas, ambiguas y obscuras, como ud destaca al exponer: «Si estuvieran en el poder harían uso de las mismas armas de opresión social que el correismo usa para gobernar» Entonces, es coherente pensar que la manera de pescar a río revuelto de estos grupúsculos es infiltrarse dentro un fin común democrático y justo : Oponerse a las enmiendas constitucionales y principalmente a la reelección indefinida mediante consulta popular. Ahora bien, el núcleo de mi comentario es preguntar respecto de la efectividad de las marchas y paros, entonces: Logra una marcha pacífica o marcha violenta disuadir a este Gobierno de sus intenciones políticas anti democráticas? No es como querer matar una víbora pisando la cola? No existen formas mas efectivas, eficaces y contundentes de destaparle los oídos y hacerle entender lo q el mandante quiere. Qué tal promover desacato social al pago de impuestos como el IVA? Veo que su intención ultima es lograr la legitimidad de la protesta, pero si se logra pacificar y así legitimar, no creo que eso persé nos lleve a evitar la reforma a las enmiendas y etc etc. Estamos hablando de ordenar casa adentro primero y eso, ud sabe q conlleva un conflicto interno tan duro como cambiar la forma de gobernar de Correa y se abren nuevos escenarios de lucha ciudadana, necesarios x supuestos, pero extemporáneos. Acá el tiempo manda porque recuerde q solo nos hemos concentrado en resolver el embrollo político..pero existe uno más neurálgico y muy a propósito ocultado, el descalabro económico.

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  9. ¡Qué difícil es dosificar la violencia cuando la indignación aumenta! A quien irresponsable y criminalmente enfrenta con sus pandilleros, comerciantes disfrazados de comandos, asalariados y mercenarios a los miles de marchantes no le importa de cual bando corra sangre. Se ve que está dispuesto a irse del poder matando. Con ese grado de psicopatía y sociopatía, ¿Cuál es el nivel adecuado de violencia? ¿Ninguno? ¿Poco? ¿Mucho?
    Es verdad que la violencia se gestó y se nutrió en el poder desde el 2007. Es verdad que la violencia de las marchas son muy planificadas para que nazcan espontáneas. Es verdad que dos violencias no hacen una paz, y es verdad que no merecemos oponernos si somos igual de psicópatas y sociópatas que ellos.
    Tenemos por tanto tres caminos: rendirnos (y perder todos), seguir pero apegados al Talion (y quedar todos ciegos) o seguir por el camino de la resistencia pacífica. Gandhi logró más para su pueblo sentándose que blandiendo un arma. ¡Abogo por esta tercera vía!
    Por ello, si imbéciles son los fundamentalistas que no coligen la criminalidad de sus métodos, más imbéciles seremos los que identificándolos, no los expulsemos.
    Te equivocaste, tu lectura si me gusto!

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  10. Señor Aguilar, a mi no me gusta su análisis. Principalmente porque peca de subjetivo. En su análisis es, o era, muy importante dejar abierta la posibilidad de visualizar la opción de que la violencia que vimos y vivimos este 13 de agosto pasado, estuvo orquestada por el aparato de estado. Sea a través del Ministerio del interior o de la «novedosa» Secretaría de Inteligencia, la que encajando con su muy acertado análisis «contrasta» con la parte estúpida de la estrategia estatal. Por lo de inteligente.
    Lo que deben hacer los manifestantes en general y no solamente los dirigentes es denunciar a desenmascarar a los violentos. Porque son infiltrados. Nunca en Quito hemos vivido un escenario tan violento, nunca!!
    Eso que propongo, muchos ciudadanos nos damos cuenta. Usted debía `poner énfasis en esta parte. Eso no más. Espero sepa ser autocrítico. Gracias.

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  11. «Sí, fue la intolerancia y la ceguera del gobierno la que propició el estado de guerra que vivimos. Sí, el correísmo ha hecho de la Policía una pandilla de matones» ¿Realmente es así? Porque no me siento ni en la forma más pequeña amenazada por esa «pandilla de matones», tampoco siento que tengamos un estado de guerra. Porque decir que hay guerra es que no puede haber ningún triunfador. En las guerras no hay ganadores. Entonces ya es una lucha estéril. ¿No le parece?
    Y tiene razón señor Aguilar, su análisis del paro a mí no me gustó!

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  12. SOLO QUIERO DECIR QUE MUCHOS JOVENES MUY JOVENES ENMASCARADOS AYUDABAN A LA POLICIA, LUEGO SACARON UNOS PALOS AFILADOS Y UNOS PUNSONES Y SE UNIERON A LA MARCHA, EN SECTOR DEL ARCO DE LA REINA, Y LUEGO YA SE LOS VIO EN LA PLAZA DE SAN FRANCISCO, ARRANCANDO POSTES, ESOS SI SON ENTRENADOS POR EL GOBIERNO Y YO LOS VI LOS VIMOS , CREO QUE LA OPOSICION POR LO MENOS DEBEN TENER EXPERTOS EN FILMAR ESTE TIPO D EVENTOS, VEO Q NADIE GOTOGTRAFIO A ESTOS. Y PORSUPUESTO NO A LA VIOLENCIA.

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  13. Concuerdo con usted en que lo óptimo es no optar por la violencia. Sin embargo, creo que esa gente se moría de ganas de participar en la peña bailable y la violencia del gobierno empieza por no invitar a todos a agasajos que presumiblemente están financiados con el dinero de todos. No creo que el presidente pueda darse por satisfecho, porque al existir ya estos brotes de violencia, se evidencia la incapacidad gubernamental de manejar conflictos sin el uso de la violencia y la represión. En otras palabras, el gobierno ha fracasado. Vi las imágenes de la marcha del Diario el Comercio, y fui testigo de amigos confundidos que por poco caen en las ediciones gubernamentales, en estos momentos es cuando los demócratas, social demócratas y demás debemos unirnos para levantar férreos muros intelectuales y de opinión para repeler la batalla del gobierno. participar en las redes con conocimiento y sin tregua, aunque sin sueldo se dificulta por cuestiones de tiempo. Por entretenimiento, le copio un video sugerido en twitter: esa es una lectura metafórica aproximada de lo que sucedió el 13 de Agosto. Xerxes sería Correa y su collar de … penes? «Xerxes: No es buena idea desafiarme… imagina el destino que le espera a mis enemigos si con gusto asesinaría a mis propios hombres por la victoria. Leonidas: Y yo moriría por la vida de los míos» Vamos Ecuador, la guerra no es la solución. El gobierno la declaro con su forma de gobierno a palos, el Ecuador la detendrá con unidad férrea, honestidad y paz: https://www.youtube.com/watch?v=gTYrOAQPtqc

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  14. Totalmente de acuerdo con su análisis Roberto.
    Marchamos junto a mi familia y amigos, en forma pacífica, altiva y digna como lo hicieron miles de ecuatorianos ese día, incluidos ancianos y personas en silla de ruedas!!, lo hicimos cantando y gritando, con banderas, en señal de protesta, todos juntos, motivados por el mismo propósito, nadie tuvo un comportamiento agresivo ni violento, llegamos hasta la plaza de Santo Domingo en la noche y nos volvimos.
    Los violentos, este grupo minúsculo de imbeciles estuvieron, como se evidencia en el video, por su cuenta, buscando descargar su rabia a toda costa, pretendiendo cualquier otra cosa menos lo que la gran mayoría quería,…..le dieron gusto al gobierno para invalidar la protesta ciudadana, legítima y pacífica.

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  15. AMIGO AGUILAR,AUNQUE USTED DIGA QUE ESCRIBE UN ARTÍCULO QUE NO LE GUSTARÁ A NADIE,YO LE DIGO QUE A MI Y SIN TEMOR A EQUIVOCARME, A MUCHOS ECUATORIANOS LES GUSTARÁ.ES MAS, MAÑANA DEMONOS CITA EN LA MARCHA QUE CONVOCA LA CONAIE Y EL FUT CON LOS ROSTROS DESCUBIERTOS Y ALTIVOS PARA EXIGIR PACÍFICAMENTE EL ARCHIVO DE LAS ENMIENDAS CONSTITUCIONALES

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  16. Debo señalar, que salvo la clase media pensante(maestros, tecnicos, etc.), que suelen ser observadores y estudiosos de la historia real, mas o menos, el resto de la poblacion se alimenta de la informacion a medias, tendenciosa, y a destiempo(recien ahora aparecen las cronicas de hechos del siglo pasado), de los medios de comunicacion, siempre con «correccion politica»(nadie topa iglesia o FFAA), por eso se que la violencia siempre parte del estado, del sistema, eso es asi desde tiempos inmemoriales, y se hace para facilitar la represion, llegando a crear organismos ficticios como «guerrillas», asi fue con Alfaro Vive, forjado por las Fuerzas de Seguridad del estado, avidas de sangre y gloria facil, que se infiltran en grupos jovenes e idealistas, les dan armas casi inservibles, y listo, ya hay carne para la matanza; es notorio que la violencia es estatal, cuando «clarividentes» anuncian el tipo de agresion(palos con punta, golpes a las piernas, cuando el instinto dice a la cabeza, etc.); cuando la violencia se efectua, se produce el efecto contagio, incluso santos le entran al saqueo o los golpes, eso paso, y se producira, porque una manifestacion es un conjunto amorfo que incluye desde afectados y creyentes, a curiosos y avivatos.

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